digging

En estas fechas parece que nos invade un sentimiento imparable de comprar y comprar, no para nosotros (o también) sino para regalar…y los niños (¿¿es que nadie ha pensado en los niños??) en este caso se suelen llevar la mejor parte.

La peor, sus padres/madres que piensan, “unos Reyes más así y nos tenemos que cambiar de piso para que quepa toda esta mierda todo este montón de regalos preciosos”.

Bien, día 2 de Enero y ya tenemos el de Pedrito, el de Lucía, el de Juanito, el de María,…y a Jesusito, ¿qué le regalo a Jesuito? entonces te acuerdas que te contó su padre que últimamente estaba obsesionado con la arqueología (claro, obsesionado, si fuera por el fútbol el padre diría “le encanta el furbol”, pero no, es arqueología, y eso, como todo adulto cabal sabe perfectamente, no puede ser sano).

Bien, pues por mucho que hayamos dicho “yo apuesto por el comercio de barrio” y esas cosas de las que hacemos alarde los que somos un poco outsiders, acabamos donde todo el puto mundo en estas fechas, en el Mega Super centro comercial (¡guau!, música navideña, luces, locuraaa!!)

jumping on santa

Y en ese momento de confusión metafísica, impulsado por la vorágine consumista, te diriges a la sección de juguetes a la caza de algo arqueológico y…(¡NO! ¡maldigo las Saturnales y, de paso, a la revenía que me quitó la plaza de aparcamiento en la puerta del centro comercial!!!) miles de peluches, puzzles, cubitos, de Patrullas Caninas, Pepas Pigs y Pocoyo pero de arqueología…ni un mísero triceratops (ejem, ejem).

Bien, tu incursión a la caza del regalo de Jesusito ha fracasado estrepitosamente, y la situación está dando un giro inesperado hacia el “qué dirán si no le compro algo…” y, como eres más cabezón que Naranjito, hacia ese punto de “ahora se me ha metido a mi en los huevos regalarle un juguete de arqueología, y punto” “es que me hace ilusión regalarle algo sobre arqueología”.

Vamos al oráculo de Google, que todo lo resuelve, ponemos “regalos de arqueología” en…Am*z*n, por ejemplo, y cha chan…¡Sorpresa!

Qué de regalos para “arqueólogos aficionados” que nada tienen que ver realmente con la arqueología. Además, ¿por qué aficionados?, ¿se te ocurriría regalar a un crío un kit de médico aficionado? ¡Uy no!, que no existen.

Viendo el panorama, poco falta para que el top ventas de regalo arqueológico sea un Pinta y Colorea tu propia Cara de Bélmez. En fin…

Que os traemos un resumen para que vosotros también podáis reiros un rato, o llorar, eso lo dejamos al gusto del consumidor, nunca mejor dicho en estas fechas.

El tema de la arqueología y la infancia da para tratados sesudos, pero vamos a hablar primero y a nuestra manera, de los juguetes, el primer contacto del niño en cuestión con este mundillo y del que, además de divertirse jugando, se debería llevar una idea más o menos real y didáctica de la arqueología.

En un futuro nos podríamos meter con el mundo de los videojuegos, con monjes saltando por los tejados de Sevilla con una doble pirueta mortal o entrar a valorar reproducciones arqueológicas que van desde los pegotes de arcilla y/o resina hasta las que son incluso demasiado fieles a la realidad. Temer!!! 😉

Todos tenemos algún niño en nuestro entorno que es atraído hacia el lado oscuro con modelos a seguir tan válidos y productivos como futbolistas, toreros y participantes de realities….

Y piensas… voy a regalar un juego de arqueología para que se le quite de la cabeza eso de ser futbolista o soldado sanguinario…y es una tarea ardua. Mucho.

El misterioso caso del Clic arqueológico

playmobil arqueólogoCon algunas cosas te das cuenta de que eres muy mayor, una de ellas, los ‘clic’ de toda la vida, que ahora se llaman ‘playmobil’, pero siguen siendo lo mismo. Aunque en nuestros tiempos no se les movían ni las manos. Muñecos que lo primero que perdían (espero no ser el único al que le pasaba) era su pelo. Todos teníamos un ejército de hombres calvos. Sí, porque de mujeres…ya tal, como diría nuestro mayormente votado presidente del gobierno.

Mira tú por dónde, cuando buscas “playmobil” arqueólogo nos sale un monigote con una lupa…sí sí, una lupa, alucina (yo en mi carrera la he utilizado…dos veces) y….una cantimplora…vengaaaaa. Eso sí que no, un botijo todavía (incluso de los de vidrio ambarino 😉 ), pero una cantimplora nunca, never.

Total, ni rastro de picos, palas, nada y ni siquiera un cepillito que nos vincule con el estereotipo ganado a pulso con las sucesivas campañas de Atapuerca y jóvenes tirados por los suelos con el pincelito. Eso sí, que no falte el gorro de explorador, el famoso salacot, trasto que da un calor infernal y del que no estamos muy seguros que cumpla las normas de seguridad y salud en el trabajo.

Todx arqueólogx que se precie se muere por tener una chupa como la que lleva, parece de cuero, pero…¿Arremangada? Vaya un hombre recio este clic arqueólogo para andar doblando cazadoras de cuero…

Pasamos a la utilidad práctica y aprovechamiento del muñequito. Por un momento, imaginaos al niño/a al que le han regalado el famoso clic arqueólogo, que se pone a jugar con él, en un parque… En un cajón de arena pone a este arqueólogo de ficción con su lupa y su cantimplora, ¿y ahora qué? ¿Hace que beba y busque musarañas? En un alarde de imaginación, nuestra, porque del niño no creemos, le puede poner un camión, una máquina giratoria (de esas amarillas o naranjas) y, “to” chulo con su chupa de cuero arremangada, se planta delante de la máquina y dice…¡detente máquina del infierno! ¡no podéis pasar aquí!. Esto es un valiosísimo yacimiento arqueológico…y hasta aquí la resistencia pueril…Los restos del arqueólogo clic (incluida su cabellera y su bonito gorro) los podéis encontrar aún en el dichoso parque, formando parte, entre las colillas, de un bonito estrato arqueológico de uso infantil.

Nuestro querido clic o playmobil se basa en un “tópico” de la arqueología que tiene que ver, y mucho, con Indiana Jones. No señores, no somos aventureros. La mayor parte de las veces la aventura consiste en tramitar informes interminables y como mucho, decirle a un maquinista que pare la máquina y se cambie de sitio porque han salido “cuatro piedras mal puestas”, y prepararse para la bronca con el jefe de obra. Y eso a pesar de que para algunos, los restos arqueológicos resultan de lo más amenazantes.

Unas mámoas impiden la legalización del polígono industrial de Mazaricos

 

Barbie arqueóloga, el ‘glamour’ de la arqueología

Barbie arqueólogaNos pusimos a buscar un paralelo femenino en los juguetes arqueológicos, y, cómo no, nuestra salvadora fue Barbie. Los estereotipos sexistas son un tema a debatir largo y tendido.

Nuestra barbie va maquillada como Carmen de Mairena, vestida de seda rosa, con unos mini-pantalones con multibolsillos (increíble pero cierto) y un sombrero de ala ancha, mucho más cómodo que el salacot, ¡dónde va a parar! Lleva un detalle importante, que a estas alturas le concede casi la redención: ¡¡¡tiene un paletín!!! A Mattel, fabricante de esta muñeca icónica, le damos un minipunto que deja de vago a nuestro playmobil.

También va acompañada de un cepillo y unos ‘trozos’ nacarados de plástico que suponemos quieren simular huesos. Y ¡ojo! al detalle: lleva dos dinosaurios en la camiseta.

Aquí llegamos a una conclusión que ya veníamos observando, la tan extendida confusión entre arqueología y paleontología. Vale que los dinosaurios molan mucho, pero los egipcios y las pirámides también tienen su aquel, ¿no?.

Desesperados, acudimos a la Meca de la Arqueología, la tienda del MAN (Museo arqueológico Nacional).

Bua, bua, chaval, ¡qué idea más buena!, ¡¡aquí triunfo fijo!! seguro que en la tienda del Museo tienen montones y montones de juguetes educativos, didácticos y libres de estereotipos sobre arqueología.

Entro en la tienda del MAN (que, por cierto, qué bonito lo han dejado con la última reforma) henchido de orgullo por esta gran idea, sabiéndome triunfador de antemano, la vocación de Jesusito está garantizada con el regalo de este año…

…pues ¡¡NO!!:

100 princesas de ensueño
Juguetes pocos, la verdad, y, además, entre ellos, ¿qué ven mis ojos? El juguete más rosa, sexista, estereotipado y terrible que he visto en todas estas fechas ¡y en el Museo!!! Claro, y es que después de que una niña visite el Museo Arqueológico no sale con deseos de hacerse investigadora, sale con deseos de hacerse…¡¡¡princesa!!! ¡¡Sí, princesa!! Y claro, por supuesto, hacer cosas de princesa, esto es, jugar a los vestiditos, hacer muffins con sus amigas también princesas, jugar a peinarse, concursos de belleza,…y todo, todo, muy muy rosa. Pero,…¡qué cuqui que es el libro! ¡¡es total!! ¡que viva el Ministerio de Cultura! ¡ahí, dando ejemplo!

Brave frustrada

En fin, volvamos a los dinosaurios, que me revuelven un poco menos el karma:

Archaeologists don’t dig dinosaurs but dinosaurs can do archaeology

Nos encanta la iniciativa de los amigos de Arbore Arqueoloxía ¡Qué mejor manera de expresar este tópico tan extendido! Y lo volveremos a repetir por si a alguno persiste en el error: los arqueólogos no excavamos dinosaurios y, por consiguiente, no nos gustan los regalos de dinosaurios (bueno, quizá a algún arqueólogo friki, sí).

¿arqueojugando? con dinosaurios

A una arqueóloga cercana, un amigo intentó “caerla bien” y  le regaló uno de estos juegos como el que veis aquí arriba, y esta señorita arqueóloga tuvo que poner una de esas caras que todos (o casi todos) ponemos cuando recibimos un regalo que no nos gusta y agradece mil la amabilidad. Pero, hasta hoy, y ya han pasado unos cuantos años, ni siquiera lo ha abierto.

En principio parece un juego divertido. Consiste en excavar una especie de molde de yeso hasta descubrir lo que hay dentro que, ¡oh sorpresa!, es un dinosaurio.

Objetivamente es un juego un poco sin sustancia, sólo vale para una vez y lo pones todo perdido. Porque obviamente nadie se va a poner a recolocar el yeso en torno al dinosaurio, o sus restos, porque el niño, que es niño, pero no es tonto, ya sabe que si excava, de entre el polvo del molde aparecerá como por arte de magia el mismo dinosaurio. Total, una tontería de juego que ni es arqueológico ni es nada.

Además, aquí también tenemos un poco de culpa los arqueólogos en general y aquellos que se meten en didáctica en particular. Atención arqueologuers, lo del cajón de arena en clase con cachos de cerámica para recomponer y hacer unas fichas, ya está muy visto. Pero hasta eso sigue molando más que el citado jueguecito…

 

AUTORES:

Laura Benito y José Manuel Illán (App Cultura)
Lourdes López y Jesús Martín Alonso (Lure Arqueología)

5 comments to “Juguetes Arqueológicos ¿Misión imposible?”

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  1. María Engracia Muñoz-Santos - Ene 04, 2017 Responder

    Está muy bien el artículo, aunque:

    1- Yo tengo un playmobil arqueólogo y no es ese. Está descatalogado. Viene con cámara fotográfica, con pico, pala, paletín y una brújula. http://cloud10.todocoleccion.online/playmobil/tc/2012/09/02/33050809.jpg quizás le sobre el arma pero… el resto si es arqueólogo al 100%.

    2- Sobre la Barbie “arqueóloga” que además tiene detrás al Smithsonian, quizás habría que tener en cuenta que en USA la arqueología se estudia en gran parte por la rama de la paleontología…. o es que nadie recuerda que Ross de Friends era arqueólogo pero por antropología?

    Pues eso… que no todo es blanco ni negro.

    • jansa - Ene 04, 2017 Responder

      Muy interesante la actualización del clic arqueólogo, aunque la escopeta para defenderse de las momias nos parece un poco excesiva y sigue cumpliendo con los estereotipos de aventureros. Por otro lado en los USA la arqueología se estudia desde la antropología, nada que ver con la paleontología ni con el genial Ross de Friends 😉

  2. María Engracia Muñoz-Santos - Ene 04, 2017 Responder

    Bueno, solo tienes que quitarle el fusil y ya está. Yo lo tengo puesto en mi estantería sin él.

    Efectivamente, se estudia desde la antropología…

    De todas formas luchar contra juguetes que vienen desde el extranjero no tiene sentido. Mejor crear los nuestros y ya hay varias empresas que hacen juegos totalmente basados en los juguetes romanos y griegos que son una maravilla y totalmente made in Spain.

    No creo que crear juegos de arqueología para niños sea interesante a no ser que sean los hijos de un arqueólogo ¿por qué? PUes porque sin una formación específica puede llevar a errores en el niño y terminar buscando tesoros. La educación infantil es demasiado arriesgada y el futuro de los yacimientos está en juego. La educación en arqueología y patrimonio debe hacerse desde el conocimiento. Dejar la libertad a un padre desconocedor con un juego de arqueología es una salvajada.

    • Arqueóloga con chaleco rosa - Ene 04, 2017 Responder

      Alma de ampullae, mejor no luchar contra nada, ¿No? Mejor seguir con el mismo sistema decimonónico y desigual y acabar todos siendo pequeños Sir Leonard Woolley, total, la Arqueología es perfecta así. Y en cuanto a la Barbie, estará detrás el Smithsonian, cosa que lo hace mucho más triste ya no solo por lo que se ha comentado arriba, si no por tener claros tintes rancios de mujer/niña estereotipada. Yo, que soy mujer, también soy muy de llevar chalecos rosas reflectantes al campo, porque como soy mujer, tengo que ir de rosa. Y se excava mejor, luego ya, si eso, me voy a la cocina a hacerles unas galletas a mis compañeros hombres.

      La gracia de este artículo está, efectivamente, en que muestra, a través de estos juguetes que CARECEN de Arqueología (quizá Zahi Hawass va disfrazado como el click para salir en su documental número 1000000, o quizá Leonard Woolley se vestía así cuando recuperaba las piezas mesopotámicas de oro y tiraba a la basura la “cutre” cerámica anatolia que no interesaba en los museos), que la difusión arqueológica es todavía escasa.

      Los niños son como esponjas y precisamente es a ellos a quien tenemos que darle relevancia en el papel de la difusión, para acabar con los tópicos, estereotipos y falsedades en Arqueología. Te equivocas al decir que un juguete arqueológico no puede ser interesante para un niño. Primero, si el discurso del juguete es correcto y está adaptado a su edad, un niño puede aprender y divertirse a partes iguales con él, que un niño es un niño, pero no es tonto. Si el juego muestra a un arqueólogo de verdad, el niño aprenderá lo que es la Arqueología, si el juego muestra a un Indiana Jones de la vida, pues la sociedad seguirá pensado que somos exploradores del siglo XXI, aunque claro, en mi opinión a muchos todavía les interesa que esa imagen se siga dando…mola más que un arqueologucho normal…Si a un niño le educas a través de un juguete, aprenderá mucho más que con un profesor, un padre o un dibujo animado (porque es así, los juguetes son menos coñazo), y un juguete bien hecho no necesita ni de la supervisión de un padre. No creo que haga falta utilizar navajas suizas para enseñar Arqueología. Y creo que se puede hacer un discurso arqueológico perfecto adaptado a niños sin necesidad de que estos crean que todo son tesoros.

      Y, algo mucho más importante, la Arqueología puede usar mil herramientas novedosas a la hora de difundir al público general, no solo libros, artículos, documentales o PowerPoint que, sinceramente, están más pasados de moda que la Nancy. Y ya si hablamos de público juvenil ni te cuento.

      Conclusión: La crítica a estos juguetes “arqueológicos” es necesaria para que luchemos contra la imagen incorrecta que la sociedad tiene de la Arqueología. Efectivamente, no es culpa de la sociedad, ni de las jugueterías, sino de los arqueólogos, que tenemos que defender y luchar por nuestro trabajo. Y, por otro lado, reivindicar que los niños podrían tener un papel esencial en este aspecto, ya de cajón, los niños de hoy serán los hombres/mujeres del mañana…

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